La heroína (como el opio y la morfina) proviene de la resina de la planta de la amapola. La savia lechosa, como la del opio, primero se saca de la vaina de la flor de amapola. Este opio se refina hasta convertirse en morfina, luego se refina aún más convirtiéndola en diferentes formas de heroína.
Mayormente la heroína se inyecta, creando riesgos adicionales para el que la consume, quien se enfrenta al peligro de contraer SIDA o alguna otra infección además del dolor de la adicción.
“La heroína me alejó del resto del mundo. Mis padres me echaron. Ni mis amigos ni mis hermanos querían verme más. Estaba completamente sola”. —Suzanne
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